Poema de Walt Whitman en homenaje a Abraham Lincoln

Hablar de Walt Whitman es hablar sobre uno de los poetas estadounidenses más influyentes de todas las épocas. Catalogado como el padre del verso libre, nació en New York el 31 de mayo de 1819 y murió en New Yersey en 1892. Fue el segundo de nueve hijos en una familia con constantes necesidades económicas. Su carácter polifacético lo forjó haciendo las veces de ensayista, poeta, enfermero, voluntario, periodista y humanista. 

«Walt Whitman, americano, uno de los duros, un cosmos, desordenado, carnal y sensual, no sentimental, no por encima de hombres o mujeres o aparte de ellos». (FOTO: Zenda)

Su obra poética transita entre el trascendentalismo y el realismo filosófico  logrando una simbiosis perfecta que fue traducida en su obra capital «Hojas de hierba».En la última versión de esta obra maestra se adjuntó un apéndice el poema !Oh, Capitán! ¡Mi Capitán! en homenaje a Abraham Lincoln después de ser asesinado en 1865.

¡Oh Capitán! ¡Mi Capitán!

Walt Whitman(1865)

¡Oh Capitán! ¡Mi Capitán! Nuestro espantoso viaje ha concluido;

El barco capeó todos los temporales, el premio que buscamos se ha ganado;

Cerca está el puerto, ya oigo las campanas, todo el mundo se muestra alborozado;

la firme quilla siguen con sus ojos, el adusto velero tan audaz

Pero, ¡Oh, corazón! ¡Corazón! ¡Corazón!

Oh, se derraman gotas rojas

en la cubierta donde yace mi Capitán

caído, frío y muerto.

¡Oh, Capitán! ¡Mi Capitán! Levántate y escucha las campanas;

levántate –por ti la enseña ondea– por ti suena el clarín;

por ti son las guirnaldas y festones –por ti se apiñan gentes en la orilla;

por ti claman, la inquieta masa a ti se vuelve ansiosa.

!Escucha, Capitán! ¡Querido padre!

Te pongo el brazo bajo la cabeza

Un sueño debe ser que en la cubierta

hayas caído, frío y muerto

Mi capitán no contesta, están sus labios pálidos e inertes;

Mi padre no es consciente de mi brazo, no tiene pulso ya ni voluntad;

El barco sano y salvo a echado el ancla, el periplo por fin ha concluido;

Del azaroso viaje, el barco victorioso regresa  logrado el objetivo.

¡Exultad, oh, costas!, y ¡sonad, oh, campanas!

Más yo, con paso fúnebre recorro

la cubierta donde yace mi Capitán

caído, frío y muerto.



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